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Siete mitos sobre la capacidad de decidir de las personas con problemas de salud mental

Las falsas creencias afectan a la vulneración de derechos
Cisa Llopis Carbajo

Cisa Llopis Carbajo

Psicòloga experta en Intervenció Social. Coordinadora técnica.
SOM Salud Mental 360
Capacidad de decidir

La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad recoge en su artículo 12 que todo el mundo tiene derecho a la capacidad jurídica, independientemente de sus habilidades para tomar decisiones y de sus necesidades de apoyo. Es decir, todo el mundo tiene derecho a tomar sus propias decisiones, que estas sean respetadas por los demás y que sean reconocidas por la ley como válidas.

La capacidad jurídica es el derecho a tener derechos y obligaciones, y también el derecho de ejercer (acceder y disfrutar) estos derechos. Así, podemos entender que es el derecho que nos permite disfrutar del resto de derechos. Por otro lado, la «competencia» se refiere a las aptitudes o la capacidad de la personas para tomar decisiones.

Es cierto que hay algunos momentos en los que tomar decisiones es más difícil (por ejemplo, en una situación de crisis), pero incluso en estas situaciones se tiene que garantizar que no se restrinjan los derechos de la persona, ofreciéndole los apoyos y las garantías que pueda necesitar.

drets humans

Derechos y salud mental: hacia la capacidad jurídica universal

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Pero en algunas ocasiones se niega a las personas su derecho a la capacidad jurídica y a poder decidir. ¿Por qué? A menudo porque tenemos ideas equivocadas sobre su capacidad de tomar decisiones; falsas creencias que muchas veces conducen a vulnerar los derechos de estas personas y a alimentar el estigma que tienen que soportar por el hecho de tener una discapacidad o un trastorno de salud mental. 

Desmontamos algunos mitos que hay extendidos sobre la capacidad de decidir de las personas con problemas de salud mental o discapacidad.

1. Las personas con discapacidad o problemas de salud mental toman decisiones equivocadas.

FALSO. Esta afirmación no es válida, puesto que tampoco es cierta en el caso contrario: las personas sin discapacidad o sin problemas de salud mental siempre toman buenas decisiones. Qué es una buena o una mala decisión depende de la opinión de cada persona, y podemos no estar de acuerdo, pero no podemos impedir que la tome, incluso cuando esta decisión pueda comportar consecuencias negativas. Y esto sería válido para todas las personas, tengan o no un problema de salud mental. 

2. Las personas con discapacidad o problemas de salud mental tienen ideas distorsionadas sobre la realidad.

FALSO. Tener ideas poco usuales, únicas o diferentes sobre la realidad y la vida no quiere decir que la persona (con o sin un problema de salud mental) no tenga capacidad para tomar decisiones en su vida cotidiana. A pesar de que podamos pensar que es una decisión errónea y nos puedan preocupar las posibles consecuencias que se deriven, tenemos que respetar su elección, independencia y responsabilidad sobre las decisiones y acciones que tome cada persona.

3. Las personas con discapacidad o problemas de salud mental no tendrían que decidir sobre su tratamiento.

FALSO. Cada persona conoce su cuerpo, su mente y su día a día y, en base a esto, tiene unas preferencias u otras sobre el tratamiento y las opciones de atención. Estas preferencias también son diferentes de una persona a otra, y son tan válidas como las decisiones y preferencias de los otros. 

derechos

El derecho a decidir en el marco de la salud mental

4. Las personas con discapacidad o problemas de salud mental no saben lo que les conviene más.

FALSO. Del mismo modo que el resto de personas, las personas con problemas de salud mental saben qué les gusta o desagrada, y qué les va bien o mal. También tienen derecho a equivocarse: todo el mundo aprendemos a través de la experiencia.

5. Las personas con discapacidad o problemas de salud mental no están capacitadas para tomar decisiones.

FALSO. Esta capacidad para decidir en todos los ámbitos de la vida no es una cualidad, que se tiene o no, sino que puede variar a lo largo de los diferentes momentos de la vida, dependiendo del contexto y de la decisión que se tenga que tomar. Habrá momentos en los que será más fácil que en otros tomar decisiones, y a veces también se pueden necesitar apoyos para tomarlas. Esto no quiere decir que, en general, las personas con discapacidad no sean capaces de decidir. 

6. Las personas con discapacidad o problemas de salud mental tienen miedo a tomar decisiones por ellas mismas, y se los tiene que decir qué tienen que hacer.

FALSO. Algunas personas han perdido la confianza en sus decisiones, seguramente por las percepciones negativas a las reacciones de su entorno, y trasladan la responsabilidad de tomar decisiones a otras personas próximas (por ejemplo, a la familia). Estas personas tendrían que recibir apoyo para tomar decisiones y volver a confiar en sus habilidades para hacerlo, en vez de negarles la oportunidad de decidir. 

7. Los familiares, las persones cuidadoras y profesionales son los que mejor saben qué les conviene a las personas con discapacidad o problemas de salud mental. 

FALSO. Las persones cuidadoras y los familiares de la persona con un problema de salud mental aportan un apoyo de gran valor, pero, a veces, actuando según lo que consideran que es mejor para la persona, pueden excluirla de las decisiones que toman. Lo mismo pasa en ocasiones con los profesionales (sanitarios y otras disciplinas) que, en base a sus conocimientos técnicos y a las prácticas profesionales, a veces también toman decisiones por el otro. En ambos casos, tanto si no ven a la persona como a alguien capaz de decidir o como si la quieren proteger, tienen que tener en cuenta que las personas con discapacidad o problemas de salud mental son capaces de tomar decisiones.

Las personas con discapacidad o problemas de salud mental tienen derecho y son capaces de decidir, incluso en situaciones difíciles. Tenemos que confiar en su capacidad de decidir y en sus decisiones, respetarlas y, si lo necesitan, ofrecerles y proporcionarles los apoyos necesarios para que puedan ejercer su derecho a tomar decisiones.