En cada unidad familiar se tienen que establecer los límites que se negocien de forma conjunta y adaptada a cada realidad. Dicho esto, posiblemente dormir con el móvil en la habitación no es una de las mejores ideas del mundo, puesto que muy a menudo tener el móvil en la habitación es sinónimo de no descansar bien (acostarse más tarde de lo que conviene, ir a dormir atento a la última notificación que se ha recibido, despertarse por una notificación nueva, mirar el móvil a media noche…), y la infancia y la  adolescencia son etapas en las que el descanso es de vital importancia. Es recomendable hacerlo desde el principio, porque a medida que avance la edad, será más difícil de gestionar. Hay adolescentes que nos dirán que necesitan el móvil en la habitación para poder poner la alarma para despertarse e ir al instituto, pero aunque ellos no lo crean, existen alternativas como apagar el móvil pero configurado para que suene la alarma, o comprarse un despertador analógico. Se tendría que evitar que el móvil sea lo último que se mire antes de cerrar los ojos y lo primero cuando se abren.