El suicidio en la población de edad avanzada es un fenómeno que a menudo se ignora o se descuida y atrae menos atención que el suicidio en la población más joven. La edad no debe ser un motivo para normalizar el sufrimiento.
La muerte de Marta fue responsabilidad de todos como sociedad, una decisión tan individual como compartida, una decisión anunciada en innumerables ocasiones, tanto con la palabra como con los gestos y los actos.