Las personas con problemas de salud mental tienen derecho a tener una vida autónoma, independiente y normalizada, a una completa inclusión en la comunidad y a disponer de servicios de apoyo a su autonomía que permitan que así sea.
El 88% de las personas con problemas de salud mental vive en su entorno familiar. Un trastorno de salud mental no tiene por qué impedir una vida normalizada y debe atenderse dentro del entorno habitual de la persona.
Las personas con trastorno de salud mental no son personas solitarias, encerradas en su mundo, que no muestran ningún interés por el entorno social y que mantienen una actitud de retraimiento y aislamiento social.