Vivir con un trastorno de salud mental en un entorno rural
Resumen
La relación entre la salud mental y en el entorno rural ha sido materia de estudio desde distintos enfoques. La demografía a lo largo de las últimas décadas ha ido evolucionando hacia el fenómeno de la despoblación. Las causas son diversas: la falta de oportunidades laborales, un acceso desigual a los servicios y el envejecimiento de la población. La pérdida de tejido social y económico y el impacto en los servicios públicos son grandes desafíos que pueden tener un efecto negativo en la calidad de vida de las personas residentes, especialmente cuando hablamos de salud mental.
El reciente informe Salut Mental i Entorn Rural, de la Federació Salut Mental Catalunya, aborda precisamente los desafíos y necesidades específicas de la atención a la salud mental en áreas rurales de Cataluña.
El punto de partida del estudio se posiciona en un contexto marcado por la desigualdad territorial, con un acceso a servicios y recursos limitado debido a la despoblación, la falta de infraestructura y la concentración de recursos en áreas urbanas; y con factores agravantes como son el estigma o las dificultades de transporte, según se detalla en el mismo documento.
A través de una metodología participativa en la que han colaborado un centenar de personas de la Cataluña Central, Lleida y Tarragona. Este estudio tiene como objetivos:
Identificar obstáculos y mejores prácticas en salud mental en entornos rurales.
Promover el acceso equitativo a servicios sociales y sanitarios.
Generar propuestas y estrategias para mejorar las condiciones de las personas afectadas.
El informe detecta los obstáculos principales que afectan a la atención y recuperación de las personas con problemas de salud mental:
La falta de recursos habitacionales accesibles.
Según el informe, la adquisición de una vivienda digna por parte de personas con problemas mentales comparta desafíos añadidos en comparación a las zonas urbanas. Se apunta, en este sentido, a una mayor incidencia del estigma porque hay más relación entre los habitantes. Esto se transforma en una mayor discriminación y prejuicios por parte de las personas arrendatarias y en una mayor sensación de rechazo hacia las personas que viven en pisos de apoyo. A esta dificultad, se le suma la poca disponibilidad de vivienda debido al impacto del turismo y presencia de segundas residencias.
Se resalta en el informe que «en la mayoría de los territorios hay falta de acceso a viviendas de alquiler social, de plazas de hogar con soporte u hogar, residencia y servicios de apoyo al hogar y de atención domiciliaria». También se enfatiza en el hecho de que son las personas las que se tienen que adaptar al servicio y muchos son gestionados por entidades del tercer sector, con sus propias dificultades para mantener los mismos.
Escasez de servicios de atención sanitaria y social en proximidad.
La dispersión geográfica de las poblaciones de ámbito rural impide una atención eficaz y equitativa a las personas con problemas de salud mental y en las de su entorno. El informe constata la falta de servicios sociosanitarios en los pueblos, tanto servicios regulares como de atención en horarios nocturnos y festivos, y las intervenciones profesionales en las zonas rurales se hacen de forma puntual. Esta situación obliga a muchas personas a tener que desplazarse largas distancias para recibir atención presencial. La falta de una red eficiente de transporte público es una dificultad añadida.
Otro punto crítico es la falta de adecuación de los servicios de emergencias para atender a personas que están teniendo una crisis. Servicios en los que mantener la privacidad es difícil, factor que implica una fuerte carga de estigma en entornos en donde todos se conocen, y con protocolos y procedimientos lentos.
El impacto del estigma social y autoestigma en el bienestar emocional.
Como ya se ha apuntado antes y planea por todo el informe, el estigma por motivos de salud mental se acentúa en zonas rurales simplemente porque hay más proximidad entre los habitantes. Además, en estas zonas persisten, más si cabe, la falta de información sobre la salud mental que perpetúa los estereotipos e incrementa la discriminación. Los rumores y la «etiqueta» atribuida a personas y perpetuadas por el tiempo (el «raro» del pueblo o el «loco» del pueblo) crea un ambiente hostil e implica una asociación de ideas preconcebidas relacionadas con peligrosidad, acentuando así la exclusión y marginación.
La falta de oportunidades educativas, laborales y de ocio inclusivas.
Las barreras de las personas con problemas de salud mental para acceder a oportunidades educativas, laborales y de ocio son más pronunciadas en el mundo rural, ya caracterizado por la falta de oportunidades en estos ámbitos. Otras características antes mencionadas inciden, en esta falta de oportunidades y espacios de socialización: deficiencias en la red de transporte, ocio centralizado en capitales de comarca, desconocimiento de las características del ámbito rural, y un estigma más pronunciado.
Deficiencias en la participación ciudadana y las redes de apoyo social.
Uno de los obstáculos detectados en el informe hace referencia a la falta de herramientas para la participación, con pocas actividades o espacios inclusivos. Se observa poca red de apoyo familiar e, incluso, cierto desconocimiento de los propios derechos a la hora de tomar decisiones. A este panorama se suma la escasez de profesionales especializados en salud mental, que provoca desinformación e incertidumbre, y una mayor tendencia a vulnerar los derechos de las personas, según el informe.
Como sucede en general, se observa también una sobrecarga de las personas cuidadoras, la mayoría mujeres, con poco reconocimiento social y poco espacio para el autocuidado.
Además de recoger diversas experiencias y proyectos desarrollados en el entorno rural catalán que son ejemplos de buenas prácticas, los autores del informe plantean una serie de recomendaciones para mejorar esta situación y que pasan por:
Crear políticas públicas adaptadas a la realidad rural.
Mejorar el transporte público y la accesibilidad a servicios.
Fomentar la formación y sensibilización sobre salud mental.
Desarrollar viviendas de apoyo y recursos comunitarios especializados.
Teléfono de la Esperanza 93 414 48 48
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