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Artículo

Implicaciones de las contenciones mecánicas para el equipo de enfermería

Una práctica contraria a los valores de cuidar que también afecta a los profesionales
Yasmina Manzao

Yasmina Manzano Bort

Enfermera especialista en salud mental. Centro de salud mental de adultos
Parc Sanitari Sant Joan de Déu
Enferemera y médico junto a una cama de hospital.

Resumen

La contención mecánica es una técnica usada en salud mental que genera daño físico y emocional tanto en las personas atendidas como en el personal de enfermería, quien a menudo siente culpa y conflicto con sus valores profesionales al aplicarla. Las enfermeras, encargadas de ejecutar estas contenciones, buscan alinear sus prácticas con una cultura de contención cero. Para eliminar su uso, se propone una serie de intervenciones que incluyen liderazgo comprometido, revisión externa, recolección de datos, entrenamiento profesional, implicación de personas atendidas y familias, ajuste de personal y cambios estructurales en las unidades. Estas medidas pretenden reducir la coerción y mejorar el cuidado en salud mental, promoviendo una atención más humana y respetuosa con la autonomía de la persona atesa.
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La contención mecánica es una técnica que se sigue utilizando en diversos contextos sanitarios, a pesar de los efectos adversos físicos (dolor, moratones, edemas, luxaciones, úlceras...) y emocionales que provocan. Las personas que han pasado por una contención la definen como una experiencia traumática, que muchas veces impide que regresen al servicio o que pidan ayuda al sistema sanitario de salud mental por miedo a sufrirla (Chinchilla et al., 2011; Megías et al., 2016; Sastre & Campaña, 2014; Stucchi et al., 2014). Además, no es una técnica que se considere efectiva por sí sola, ya que se utiliza en concomitancia con otras como la farmacológica, por lo que, teniendo esto en cuenta y sus efectos adversos, el objetivo de todos (instituciones, hospitales, profesionales y personas atendidas) es eliminar su uso y llegar a la contención cero

Además del impacto en las personas atendidas, esta intervención también afecta a los profesionales que deben practicarla, que a menudo sienten culpa y frustración, tal como indica un estudio elaborado por el Parc Sanitari Sant Joan de Déu Barcelona (Manzano et al., 2022), centrado en el impacto de las contenciones mecánicas en el equipo de enfermería.  

Fotografía: Ariadna Creus- Àngel García | Banc Imatges Infermeres

Intervenciones hacia la contención mecánica cero

Cómo puede afectar al equipo de enfermería

En el marco sanitario actual, y si hablamos concretamente de salud mental, esta técnica la prescribe psiquiatría, pero es el equipo de enfermería quien la ejecuta. En las unidades de salud mental, las enfermeras son las que están presentes 24 horas y son las más accesibles a las personas atendidas. Habitualmente, es el equipo de enfermería quien inicia las intervenciones previas a la contención mecánica y, en ocasiones, quien debe tomar la decisión de contener. 

Como enfermeras, nuestra función es cuidar de las personas atendidas, procurarles el máximo bienestar emocional y físico y fomentar su autonomía. Nuestros valores como profesionales se ven contrapuestos cuando se toma la decisión de restringir los movimientos de una persona. Artículos como los de Keser et al. (2015), Korkeila et al. (2016), Okanli et al. (2016), Muir-Cochrane et al. (2017), Sobhy-Mahmoud (2017), Giacchero-Vedana et al. (2018) y Laukkannen et al. (2019) coinciden en que el equipo de enfermería, al realizar una técnica que pone la autonomía en un segundo plano a favor de la seguridad, siente: 

  • Preocupación
  • Ansiedad 
  • Tristeza
  • Dolor emocional
  • Culpa
  • Frustración
  • Fracaso

En los artículos revisados (Cocho et al., 2018; Dahan et al., 2017; Riahi et al., 2016) el personl de enfermería se explica a sí misma esta decisión como «un mal menor». La disonancia que provoca actuar de manera no acorde a tus propios valores genera este tipo de explicaciones que nos damos a nosotros mismos para paliar esta ansiedad o culpa, pero que a la larga solo es un mecanismo defensivo que puede perjudicar la relación con la persona a la que se cuida.

Como ya hemos visto, es una intervención potencialmente perjudicial a nivel físico y psicológico para las personas atendidas, y una intervención que genera culpa y frustración en los profesionales, por lo que es razonable pensar en su eliminación. 

La contención mecánica perjudica física y emocionalmente a la persona que la sufre, y genera sentimientos de culpa, ansiedad y frustración a la persona que la practica.

Es necesario que se genere en las unidades una cultura de contención cero, ya que se ha visto que las propias actitudes sobre las medidas coercitivas pueden verse también moduladas e influenciadas por las de los propios compañeros y compañeras del equipo, creándose lo que Keser et al. (2015) nombran como Ward culture. Esto ocurre cuando una persona se incorpora a un equipo y acomoda sus propios valores, creencias y emociones a los demás integrantes, homogeneizando tanto las intervenciones como las propias actitudes, ya sea para disminuir el uso de las contenciones mecánicas como para legitimarlo (Korkeila et al., 2016; Jalil et al., 2017; Salzmann-Erikson, 2018).

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¿Cuáles son las claves para eliminar el uso de contenciones mecánicas?

Ya en 2010, Scanlan planteó siete intervenciones estructuradas para reducir la necesidad de contenciones mecánicas en las unidades de salud mental, y varias implican al equipo de enfermería.

  • Política de liderazgo: los altos cargos deben apostar por políticas de reducción de intervenciones coercitivas, ya que, si no es así, las siguientes intervenciones no se pueden llevar a cabo.
  • Revisión externa: comités externos al hospital revisan las situaciones que han precipitado una contención para prevenir que se repitan las intervenciones.
  • Recolección de datos: su importancia radica en ser parte de la evaluación de la eficacia de las demás intervenciones. La recolección y exposición de los datos también puede promover la «competencia sana» entre las unidades o entre los hospitales.
  • Entrenamiento a los profesionales de salud mental, tanto en habilidades de desescalada de conflictos como en sensibilización.
  • Involucración de la persona atendida y de la familia: se propone la participación activa tanto de la persona atendida como de la familia en el planteamiento del tratamiento y en la revisión de los casos que han requerido el uso de medidas coercitivas.
  • Ajuste de la ratio de personal: el aumento de las interacciones personal-persona atendida está relacionado con el menor uso de medidas coercitivas.
  • Cambios estructurales de las unidades: para reducir el estrés ambiental y promover relaciones más cercanas entre personas atendidas y personal.
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