A propósito del síndrome de Asperger, un breve relato
Marçal es un hombre de 35 años que trabaja de bibliotecario en un pequeño pueblo de la costa al norte de Palamós. Vive solo en una casa a las afueras. Individualista, solitario, introvertido, una educación exquisita con sus vecinos; pero distante.
La selección y el orden que requiere su trabajo en la biblioteca, le produce un inmenso placer. No se le conoce pareja… «A Marçal nunca le han interesado las mujeres ni los hombres… que se sepa… prefiere los libros» dicen los que le conocen de toda la vida. Y es que los libros, al contrario que las personas, son constantes, ordenados, estructurados; no sorprenden una vez que los has leído, y él… ¡Tiene cada uno de los libros en su cabeza!
Pero la vida de Marçal nunca ha pasado inadvertida. Si echamos un vistazo a su pasado, en el colegio jugaba solo en el patio con sus maquetas de trenes, no necesitaba de la cercanía de sus compañeros. Algunos se reían de él por su forma de hablar, «parecía un adulto y no un niño» dice su maestra.
Nadie entendía el riguroso orden de su pupitre, que para nadie tenía sentido salvo para él pero que si alguien alteraba, su grado de excitación era tal que tenía que salir de la clase hasta calmarse… En definitiva, le costó mucho adaptarse”.
Tampoco su vida familiar fue muy sencilla a pesar de que su madre, inconscientemente, asumió completamente sus rutinas como propias; sobre todo las relacionadas con la ropa y la comida, pues si estas no coincidían con el planning que Marçal tenía para la semana, se ponía tan nervioso y ansioso que podía llegar a romper ventanas y otros objetos de la casa. Se volvía completamente desenfrenado… ante una madre asustada y sin poder controlar la situación.
Pronto fue un paciente muy conocido y querido por los psiquiatras de urgencias de Salt.
Le costaba mucho compartir sus problemas y emociones. Era extremadamente sincero y no entendía ciertos comentarios de sus compañeros, lo que le causó disgustos en el colegio y en trabajos posteriores.
Otras de sus peculiaridades eran “sus manías” que no eran pocas, como, por ejemplo, ver siempre el mismo trozo de la película al regresar a casa tras el colegio, dormir con los mismos tres peluches a los pies de la cama desde su niñez o repetir su desayuno favorito cada sábado por la mañana.
Nadie dudó nunca de su inteligencia, aunque no se reflejaba en sus calificaciones.
Recitaba con soltura las líneas de metro de diferentes ciudades del mundo como la circular de Moscú o la línea 5 del metro de Pekin, a pesar de que nunca había estado allí y de que no hablaba lenguas extranjeras
Poco a poco estas aficiones fueron derivando a otras más adaptativas, como la lectura de libros de historia, geografía, astrología…. En este cambio fueron fundamentales las visitas al Centro de Salud Mental de Palamós que hacía regularmente para ver a su psiquiatra y a su psicóloga, el apoyo de sus profesores en el instituto, una madre cercana y ¿por qué no decirlo? ¡de todo el pueblo!
Con una medicación adecuada y un buen apoyo psicoterapéutico ha conseguido controlar sus impulsos, mejorar su rigidez, sus manías y encontrar un trabajo con el que disfruta día a día y se siente totalmente realizado.
A día de hoy, si le preguntamos a Marçal por su vida, él dirá secamente que no necesita nada más, que lo dejemos tranquilo…. Sus vecinos se sienten orgullosos de tener el mejor bibliotecario.
El síndrome de Asperger es un trastorno del neurodesarrollo que se caracteriza por presentar dificultades en las relaciones sociales y la existencia de intereses y comportamientos restringidos, sin verse afectado el desarrollo cognoscitivo.
Su prevalencia se estima en 0,3-48,4 por 100.000 habitantes (Fombonne, 2001) y si bien puede presentarse junto a otros trastornos psiquiátricos, con un buen tratamiento y abordaje psicoterapéutico se puede lograr en una mayoría de los casos, una correcta adaptación e integración social.
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