¿Cuáles son los principales signos de alarma en los trastornos de la conducta alimentaria?
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son trastornos mentales que se caracterizan por un comportamiento patológico ante la ingesta alimentaria y una obsesión por el control del peso. Son trastornos de origen multifactorial, causados por la interacción de diferentes factores a nivel biológico, psicológico, familiar y sociocultural. Son enfermedades que pueden provocar graves consecuencias tanto para la salud física como mental de la persona, impactando de forma negativa en la vida familiar, social, laboral, académica y emocional de la persona afectada. Se suelen diagnosticar mayoritariamente en la infancia y la adolescencia.
Últimamente se ha hablado mucho de cómo ha afectado a la salud física y mental la situación de alerta sanitaria desencadenada por el COVID-19; los expertos en TCA de nuestro país han constatado que han aumentado los casos y su gravedad. Por tanto, más que nunca ahora, en este contexto, es de suma importancia detectar aquellas señales de alarma que nos pueden hacer pensar en el posible desarrollo de un TCA.
La adolescencia es una etapa en el desarrollo de la persona y que comporta muchos cambios, ya sean a nivel físico, emocional, de responsabilidad, relacional, etc. El adolescente adquiere mayor autonomía, y ésta a veces puede entorpecer nuestra detección de signos de alarma por parte de las familias.
Este problema de salud acostumbra a tener un inicio más o menos lento, en el que poco a poco se realizan cambios que al ser tan paulatinos la mayoría de las veces pasan inadvertidos en la dinámica habitual de la familia, por lo que es muy importante detectar y evaluar situaciones que pueden comportar el inicio de un TCA; estas situaciones o signos de alarma pueden estar asociados a diferentes ítems relacionados con la patología alimentaria:
Signos de alarma en relación al peso
- Miedo o rechazo a un peso normal; excesiva preocupación por el peso o por poder sufrir sobrepeso (verbalizado o no).
- Utilizar la báscula para realizar el peso de forma intensiva y continua.
- Sospechar o confirmar la presencia de vómitos recurrentes sin base orgánica.
- Cambios bruscos de peso.
- Uso de productos diuréticos, laxantes o controladores del apetito sin prescripción médica.
Signos de alarma en relación a los hábitos alimentarios
- Uso de dietas restrictivas o cambios bruscos en la alimentación como dejar de tomar lácteos, dieta vegetariana, «alimentación saludable», etc
- Excesivo interés y repentino en cocinar, tablas de calorías.
- Comportamiento extraño respecto a la alimentación: trocear muy pequeño, retirar el aceite y/o salsa, comer de pie, muy rápido o excesivamente lento.
- Levantarse de la mesa sin que haya finalizado la comida.
- Intentar comer siempre sin compañía; excusarse para no compartir la comida en familia diciendo que ha comido con un amigo antes de llegar, que ha merendado mucho y no tiene apetito, etc.
Signos de alarma en relación a la percepción corporal
- Detectar que percibe su cuerpo de forma sobredimensionada (más grande de la realidad); intentar esconderlo con ropas oscuras y anchas (cambio en la forma de vestir).
- Continuos comentarios despectivos respecto a su propio cuerpo.
- No percibir como los demás su extrema delgadez.
Signos de alarma en relación a la actitud
- Aumento de la irritabilidad, cambios frecuentes de humor, mayor labilidad emocional.
- Menos relaciones sociales con iguales, cierto grado de aislamiento social.
- Dificultad de concentración con más tiempo dedicado al estudio y tareas escolares.
- Más tiempo dedicado al ejercicio físico (grupal e individual); «necesidad» de realizarlo, muchas veces después de las ingestas.
- Insatisfacción corporal constante.
- Más tiempo dedicado a las redes sociales, siguiendo contenidos de fitnes, alimentación y dietas.
Cuando nos encontramos delante de alguna de estas situaciones, no quiere decir que estemos ante una persona que tiene un TCA, pero sí que tenemos que estar alerta y seguir evaluando todas las situaciones y el estado de la persona, pensando que cuanto antes se identifique y se pueda diagnosticar un TCA, mejor será el pronóstico.
Una situación extraña no indica siempre una patología; a veces es sólo un hecho aislado y no repercute en la salud de la persona; pero mejor estar alerta y evaluarla en el tiempo.
Siempre que sospechemos de sintomatología TCA se debe consultar al equipo de atención primaria, que determinará el camino a seguir después de valorar la situación.
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