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Artículo

La atención espiritual en salud mental

Implementar la atención a las necesidades espirituales o religiosas en el proceso de recuperación
Victor Chavarria Romero

Victor Chavarria Romero

Psiquiatra
Parc Sanitari Sant Joan de Déu
Cristina Pou Matarranz

Cristina Pou Matarranz

Psiquiatra. Jefa de Área Salud Mental Urgencias SM, interconsulta, TEC, Agudos, Subagudos y Hospitalización Parcial
Parc Sanitari Sant Joan de Déu
espiritualidad
Fotografía: Parc Sanitari Sant Joan de Déu

Resumen

La espiritualidad y religiosidad ofrecen un marco de creencias y valores que ayudan a las personas a encontrar sentido y paz ante la incertidumbre, especialmente durante episodios de trastornos de salud mental. La evidencia científica ha demostrado un efecto protector de la dimensión espiritual en diversos trastornos mentales, como la depresión y la adicción, al disminuir la prevalencia y mejorar la calidad de vida y recuperación. A pesar de la importancia de la espiritualidad en la salud mental, con frecuencia es desatendida por los profesionales de la salud, lo que puede obstaculizar el proceso de recuperación de las personas atendidas. Organizaciones y asociaciones profesionales de salud reconocen la necesidad de integrar el cuidado espiritual en el tratamiento y recuperación mental. Así, la espiritualidad debería ser considerada en la intervención clínica como una dimensión más en el enfoque holístico de los trastornos de salud mental.
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Ante la irracionalidad y la incertidumbre del mundo que nos rodea, es de gran ayuda articular un sistema de creencias y afectos capaz de suscitar una experiencia subjetiva de paz y confianza.

De las explicaciones más sencillas a la más complejas, de las más racionales a las más experienciales, más o menos íntimas o compartidas, las narrativas tienen por función dotar de coherencia y, por tanto, de sentido, a la existencia humana. 

Esta necesidad de búsqueda de entender lo que sucede, de encuadrarlo en la experiencia y otorgarle un sentido se intensifica en momentos de elevado sufrimiento, situaciones en las que no es difícil observar una intensificación del área espiritual o religiosa en las personas previamente versadas o incluso su aparición inicial en personas menos proclives.

Si bien no existe un consenso en torno a una única definición de espiritualidad y religiosidad. La espiritualidad se encuentra relacionada con el sistema de creencias, significados, propósito y valores personales en la vida, y está intrínsecamente relacionada con la calidad de vida subjetiva. La religión se concibe frecuentemente como un aspecto institucional común de la espiritualidad, con rituales individuales y sociales concretos. 

La relación entre la espiritualidad y la salud mental

La espiritualidad y religiosidad juega un rol destacado en todos los aspectos de la vida, especialmente en los relacionados con la salud y el bienestar. La espiritualidad es un término amplio que abarca todo, desde la dimensión esencialmente humana de la personalidad hasta las manifestaciones culturales y religiosas de ésta. 

Más de la mitad de las personas atendidas en los servicios de salud mental tienen creencias espirituales o religiosas que consideran importantes para ayudarles a sobrellevar el trastorno mental, pero a menudo se sienten incapaces de hablar sobre tales preocupaciones con sus referentes. 

Cuando acontece una crisis de salud mental, el sistema sanitario tiene como misión el tratamiento de su naturaleza bajo un enfoque biopsicosocial: intervención farmacológica, psicológica, rehabilitadora y social. Para ofrecer un enfoque holístico se debería incluir la atención espiritual y religiosa mediante profesionales sanitarios específicamente formados para ello, que sean capaces de manejar los códigos narrativos de las personas, máxime en situaciones de crisis mental, y ayudarles a mejorar su calidad de vida.

Cabe destacar que existe una relación entre la espiritualidad y religiosidad y la salud mental, consolidada en la literatura, sobre todo por lo que se refiere al trastorno depresivo (Smith et al., 2003; Balbuena el al., 2013), las tentativas autolíticas y los suicidios consumados (Lawrence et al., 2016). Las personas con dimensiones espirituales o religiosas más desarrolladas tienden a deprimirse menos, a tener mayor calidad de vida percibida y a realizar menos tentativas autolíticas y suicidios consumados. Este factor protector se ha observado también en trastornos por consumo de sustancias (Walton-Moss et al., 2013), donde ha mostrado un aspecto facilitador de desintoxicación y deshabituación de sustancias. Los estudios relacionados con otros trastornos como el trastorno bipolar (Stroppa & Moreira-Almeida, 2013; Stroppa et al., 2018), trastorno obsesivo-compulsivo (Buchholz, 2019) o trastorno por estrés postraumático (Prieto-Ursúa & Jódar, 2020) aportan evidencia de menor consistencia, pero arrojan resultados prometedores. Así pues, la espiritualidad impacta de manera directa en el estado clínico, tiene implicaciones en la prevalencia de determinados trastornos (especialmente depresión y abuso de sustancias), repercute en el tratamiento (cumplimiento, búsqueda terapias alternativas) y en los resultados de salud (mejor recuperación y menos intentos de suicidio), así como en la calidad de vida de la persona afecta y su entorno cercano (Koenig, 2009).

Teniendo en cuenta que la totalidad de un ser humano incluye su dimensión física, emocional, social y espiritual; el hecho de no incluir la espiritualidad en el proceso de atención impacta negativamente en la salud de la persona atendida y retrasa su recuperación (Seyringer et al., 2007). 

La espiritualidad y religiosidad tienen la capacidad de promover o dañar la salud mental, según representen un afrontamiento religioso positivo o negativo, respectivamente. La actitud de la persona hacia su proceso y el tratamiento es crucial; es por ello que las consideraciones espirituales y religiosas tienen repercusiones clínicas. Ello implica la necesidad de conocer las necesidades y las capacidades espirituales de las personas, y la incorporación de las mismas en el proceso de recuperación (Weber & Pargament, 2014).

Los equipos asistenciales que trabajan el ámbito de la salud mental deben tener en cuenta todos estos factores. 

Frente a dicha evidencia, muchas sociedades profesionales nacionales e internacionales han reconocido que el cuidado espiritual debe integrarse en el abordaje integral asistencial. La Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Asociación Mundial de Psiquiatría (WPA) han reconocido la espiritualidad como dimensión de calidad de vida, y aconsejan incluir la dimensión espiritual en la evaluación y tratamiento en salud mental. En diversos países como Brasil, India, Sudáfrica, Reino Unido y Estados Unidos se han creado secciones específicas, en los colegios profesionales, sobre espiritualidad y religiosidad. El primer cometido es detectar creencias y valores para poder trabajar sobre ellas.

La Sección de Religión, Espiritualidad y Psiquiatría de la World Psychiatric Association (WPA) ha emprendido un proceso destinado a lograr un acuerdo internacional sobre la posición de la psiquiatría en la espiritualidad y la religión. Aunque no se ha alcanzado un consenso concreto, si se ha aceptado la necesidad de realizar una exploración apropiada de las formas en que la espiritualidad y la religión se manifiestan en la persona atendida en el ámbito de la salud mental.

En resumen, la vida espiritual es algo constitutivo de todo ser humano y hace referencia al sentido de la vida, los valores y sus creencias filosóficas y religiosas. La espiritualidad y religiosidad debería ser contemplada como una esfera más dentro del abordaje holístico de los trastornos de salud mental. Los nuevos avances en la investigación y la evaluación de resultados clínicos ayudarán a parametrizar y sistematizar la intervención espiritual y religiosa en la práctica clínica habitual.

Si tienes pensamientos suicidas, pide ayuda:

También puedes comunicarte con los servicios de emergencia locales de tu zona de residencia.