La depresión posparto afecta (también) a la pareja
La depresión posparto en las madres comienza tímidamente a ser conocida y reconocida por los servicios de salud y en nuestra sociedad. Pero, si digo que las parejas también pueden tener depresión posparto, quizás alguien pueda pensar «Pero adónde vamos a llegar?». Pues, a continuación, contaré poco a poco adónde quiero llegar yo.
En el imaginario social de finales del siglo XX y principios del XXI, todo el mundo que rodea el embarazo y posparto ha estado muchas veces afectado de un aura o fantasía de felicidad. Esto es, nadie pensaba o quería pensar que el nacimiento de un hijo podría ir acompañado de problemas, de malestar e infelicidad e, incluso, de enfermedad. En este imaginario, en mi opinión, han tenido mucho que ver los medios de comunicación y las publicaciones periódicas sobre el embarazo y la crianza. Los bebés nacían ya limpitos y sonrosados, las madres aparecían jóvenes, delgadas, sonrientes y descansadas (e incluso maquilladas y repeinadas) tras el parto, y los profesionales que las atendían eran todos jóvenes, delgados y lucían batas médicas limpias e impecablemente planchadas. Las parejas que las acompañaban también lucían descansadas, jóvenes, atentas y solícitas al menor deseo de la madre. En el período posparto, las madres de estas revistas se sienten empoderadas y están preocupadas sobre todo por el crecimiento armónico de su bebé y la superación puntual de los hitos del desarrollo, entendidos como leyes de la naturaleza de obligado cumplimiento para cada bebé. Y la lactancia materna es casi una obligación moral.
Pero, ¿qué sucede cuando la realidad de nuestro parto y posparto no se parece en nada, en nada, en nada, a esta imagen? Los partos pueden ser momentos difíciles para muchas madres y parejas, y el posparto un período de adaptación complejo. A veces, las madres pueden padecer complicaciones, como las pérdidas hemáticas (anemia), los problemas de hipertensión (preeclampsia) o infecciones, entre otras. A veces, no es posible (o no se desea) la lactancia materna. A veces, los bebés precisan un ingreso hospitalario por problemas más o menos graves, con el consiguiente estrés para ambos progenitores. De hecho, la depresión posparto afecta a entre el 15 y el 20% de todas las madres, con distintos niveles de gravedad.
Recientemente, una revisión internacional del doctor David Fisher y colaboradores (2021), de la Universidad Northwestern, en Estados Unidos, ha vuelto a poner de manifiesto la necesidad que tenemos de prestar atención también a la salud mental de las parejas. Aunque, evidentemente, no han padecido todo el estrés físico y biológico (hormonal) que supone para las madres el embarazo y el momento del parto, el período del embarazo y posparto también puede ser un período de cambios y retos para las parejas. Incluso de sufrimiento y padecimiento mental.
La salud mental de las parejas después del parto
El apoyo de las parejas a las madres durante todo el período del embarazo, parto y posparto es fundamental (Brown y Davies, 2014). Sabemos que este apoyo no ha de ser simplemente instrumental, o económico en su caso, sino fundamentalmente emocional. La corresponsabilidad en el cuidado del bebé recién nacido es fundamental para un proceso armónico y respetado que supere las anquilosadas tareas y roles «asignados» en una visión tradicional, patriarcal y machista del papel de ambos progenitores en este proceso. Los avances sociales, como los permisos laborales de maternidad (y paternidad), nos han permitido disponer de este período de adaptación tan necesario para ambos progenitores, con todos estos nuevos roles en desarrollo. Sin embargo, estos permisos pagados, tan frecuentes en muchos países occidentales, no están extendidos universalmente y su duración no deja de ser subóptima.
Aunque no padezcan todo el estrés físico y biológico de las madres, el período del embarazo y posparto también puede ser un momento de cambios y de sufrimiento mental para las parejas.
Los diferentes estudios recientes muestran cómo la prevalencia (frecuencia) de la depresión posparto en las parejas no es mínima. En un metaanálisis reciente de 47 estudios, con un total de 20.728 sujetos incluidos de diferentes países y culturas, la prevalencia de depresión durante el embarazo en las parejas fue del 9,76%, mientras que la prevalencia de depresión posparto fue de 8,75% durante el año completo después del parto (Rao et al., 2020).
Por lo tanto, podemos considerar que la prevalencia de presentación de síntomas depresivos en las parejas, aunque sea claramente inferior a su presencia en las madres, no deja de ser relevante. Pero, la pregunta que nos podemos hacer es: ¿Por qué no se había detectado hasta ahora? En mi opinión, esta falta de interés tiene mucho que ver con la falta de interés en general de los gestores políticos (con honrosas excepciones) por los problemas de salud mental de la población. No sólo faltan recursos para la depresión posparto de las madres, sino en general para todos los problemas comunes de salud mental de las mujeres y de los hombres.
La promoción del bienestar, de unos hábitos de vida, dietéticos y de ejercicio en las futuras madres y parejas podían ser la puerta de entrada para un embarazo más libre de problemas de salud mental. En este sentido, hemos de recordar que, aunque la presencia de depresión posparto es un riesgo evidente en cada embarazo, podemos actuar preventivamente sobre su aparición simplemente haciendo ejercicio moderado (por ejemplo, pasear), dejando de fumar, llevando una dieta equilibrada y mediterránea y manteniendo unos hábitos de sueño adecuados. Y esto es válido tanto para las madres como para sus parejas.
Características y consecuencias de la depresión posparto en la pareja
Volviendo a los trastornos mentales perinatales de las parejas, sus características clínicas son más heterogéneas y muestran síntomas menos definidos en comparación con los trastornos perinatales maternos. El curso de la enfermedad es bastante largo: más de la mitad de los padres o parejas con depresión durante el embarazo continúan siendo sintomáticos después de seis meses después del parto (Zelkowitz & Milet, 2001).
Las alteraciones del estado de ánimo y la ansiedad en la depresión posparto de las parejas están constantemente presentes, pero a menudo se subestiman, no se las reconoce o no se sabe preguntar por ellas (si lo sospechamos). Además, aparecen más síntomas conductuales (Bruno et al., 2020).
Entre las principales diferencias (o similitudes) entre la depresión paterna y la materna, encontramos las siguientes (Bruno et al., 2020):
Síntomas comunes con la depresión materna |
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Síntomas diferenciales con la depresión materna |
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Además, las depresiones paternas suelen tener una mayor duración y remisión o recuperación más lenta comparada a las maternas (Escribe-Aguir et al., 2008; van den Berg et al., 2009).
La falta de detección de la depresión en la pareja puede llevar a que no reciba un tratamiento adecuado y a entrar en una espiral de malestar y abandono
Las consecuencias de una depresión cronificada o no tratada pueden ser importantes. A parte del sufrimiento que puede representar para la persona y la familia, hay un deterioro de la función y menor calidad de vida (Field, 2018) y también puede afectar al desarrollo de los bebés, aumentar el riesgo de problemas emocionales y de comportamiento de los niños y más morbilidad psiquiátrica posterior de la descendencia (Weitzman et al., 2011; Gutierrez-Galve et al., 2019; Ramchandani et al., 2008; Ramchandani et al., 2005). Además, puede conducir a conflictos en el matrimonio y con la descendencia (Ramchandani et al., 2011; Kouros et al., 2014).
Entonces, si es tan grave y tiene tantas consecuencias, ¿por qué se detectan tan poco? Hay varias posibles explicaciones para ello. Por una parte, los profesionales de la salud todavía están poco sensibilizados y tienen poca información sobre este problema de salud. Por otra parte, en nuestra sociedad tenemos un sesgo «cultural», y en el caso de los padres (y de los hombres en general), se permiten a sí mismos una menor atención (conciencia) a sus sentimientos y emociones, y, por tanto, buscan menos ayuda cuando lo necesitan.
En todo caso, esta falta de detección lleva a que no reciban un tratamiento adecuado o, incluso, a entrar en una espiral de malestar y abandono, a veces durante largos períodos.
A todo esto se suma que, aparte de la depresión posparto, las parejas también están expuestas a otros problemas de salud en el período perinatal, como sucede con las madres. En el caso de las pérdidas perinatales, por ejemplo, se enfrentan muchas veces a una ocultación o una denegación de sus sentimientos de duelo (Obst et al., 2020).
Como conclusión, y siguiendo los datos del metaanálisis de Rao y colaboradores (2020), la presencia de depresión prenatal y posparto en las parejas es un problema relativamente común. Por lo tanto, al igual que sucede con la depresión de las madres, es necesario también implementar estrategias de detección regulares, realizar una prevención eficaz y un tratamiento adecuado en esta población.
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